Colaboración de Juan María Naveja
De nada servirán medidas viejas y nuevas si la corrupción sigue reinando y si falta el carácter de las autoridades para seguir avanzando.
Las contingencias ambientales recientes en la Ciudad de México y en otras grandes concentraciones del país como Guadalajara obligan a buscar alternativas más allá de las ocurrencias de escritorio o de las urgencias de ambiciones políticas.
El programa hoy no circula tiene sus bondades, ya lo demostró, la memoria corta impide recordar que antes de que entrara en operación, en la capital se vivía en contingencia permanente. Al tiempo se pusieron en marcha otras acciones en la industria y faltó carácter para avanzar en otras como el reparto nocturno y recolección de la basura por las noches.
La solución no se puede limitar a la Ciudad de México, porque hay por lo menos cinco estados que forman el círculo pernicioso y, como se indicó, hay localidades con graves problemas a causa de la polución, lo que obliga a medidas de los tres órdenes de gobierno y de los sectores de la producción.
Van algunas medidas que han tenido buen éxito en otros países: fijar tasas impositivas más altas; por ejemplo, Nueva York es carísimo para todo el mundo. Sería el caso de la Ciudad de México, que como sabemos ha sido el paraíso de los subsidios; para no ir más lejos, el Metro más barato del mundo, pero también es más caro California. Sería el caso de Jalisco o Nuevo León.
En cambio, en otros lugares se desarrollan políticas de apoyo para atraer inversiones, empleo y servicios: hace 30 años en Georgia se abrió un programa que benefició a empresas como Bell South, Sun Trust, CNN, Home Depot y arraigó a Coca-Cola. Pero los apoyos van en serio, desde libertades sindicales hasta incentivos para la compra de terrenos y bajos impuestos.
Hoy casi todo el gobierno federal y los corporativos tienen oficinas en la capital del país y pagan impuestos como y donde mejor les conviene.
Hay que acabar con los subsidios en estas poblaciones, trasladar y buscar medidas novedosas como exigir a las empresas que una vez a la semana el trabajador haga sus tareas en su casa.
Reiterar las necesidades de los horarios escalonados, acabar con las dos horas para ir a comer para privilegiar el horario corrido.
Desde luego las acciones para mejorar la vialidad: carriles confinados para vehículos en los que viajen más de dos personas, transporte escolar y de trabajadores obligatorio, transporte de carga nocturno, limitar las horas de tránsito de las unidades de carga, construir centrales de abasto en los cuatro puntos cardinales para evitar que los transportistas crucen las ciudades.
Por supuesto, la modernización del transporte público, lo que significa modernizar el parque vehicular de camiones, micros, minibuses y taxis. Quitarse telarañas con servicios como Uber; por el contrario, dar entrada a innovaciones como VIA de Nueva York.
Pero de nada servirán medidas viejas y nuevas si la corrupción sigue reinando, si continúa la tolerancia a la ilegalidad que va desde taxis pirata hasta concesiones para el transporte chatarra.
Con la salud y la armonía de los ciudadanos no se juega, son urgentes los cambios de raíz, más allá de la foto, si los gobernantes no se llevan bien que no sean amigos, pero que hagan algo más que tomarse la foto.